¿Y si partiéramos de la literatura para aprender a redactar textos periodísticos?
Resulta incuestionable que escribir un texto periodístico es un ejercicio literario. El proceso de creación, además, no es tan distinto. Bueno, en el periodismo no nos podemos inventar nada, lo que implica que una parte del proceso de un paso importantísimo en la elaboración del contenido sea el de contrastar la información, confirmar los datos, encontrar testigos o documentos en los que basar ciertas afirmaciones…
Por lo demás, es necesario recabar información, decidir qué es lo importante, quiénes son los protagonistas de una historia, dónde transcurre, qué sucede, cuándo se desarrolla o por qué pasan las cosas.
Si desmontáramos una novela, estaría llena de W. De quiénes, de qués, de dóndes, de cuándos, de cómos, de porqués… Aproveché para hacer ese ejercicio con mis alumnos de Redacción II en el contexto del proyecto de innovación docente Contamos (por nombre más oficial Coordinación y desarrollo de metodología docentes en producción del mensaje periodístico).
Fue un PID de la Universidad de Valladolid, dirigido con notable éxito por mi compañera María Monjas, en el que tuve la suerte de participar. El proyecto me dio la oportunidad en marcha algunas técnicas de enseñanza que no solo resultaron eficaces para el fin que fueron pensadas, sino que revelaron algunas carencias de los alumnos no tan evidentes a primera vista y sobre las que rea necesario trabajar en las clases de Redacción.
Pero a lo que vamos. Para nuestra sesión, para desmontar ese texto literario, usamos las primeras páginas de la Crónica del rey pasmado, de Gonzalo Torrente Ballester. Lo escogí no solo porque sea, sin duda, el libro con el que más me he reído en mi vida, sino porque el delicioso arranque de la novela brinda una sucesión de hechos que dan un juego increíble.
Así que le pedí a mis alumnos que extrajeran las 5 W del texto y que contaran lo mismo que Torrente Ballester, pero en formato de pirámide invertida. Una noticia de sucesos de toda la vida de Dios, vamos.
“La información es la noticia de un hecho
con la explicación de sus circunstancias y detalles
expuestos en orden inverso a su interés”
José Luis Martínez Albertos
Y claro, llegaron los problemas:
- Hay muchos qués, muchos quiénes y muchos dóndes. ¿Cuál es el importante? ¿Por dónde titular? ¡Ay, amigo! Empezamos a entender a qué tipo de decisiones se enfrentan los redactores en el día a día, fuera de ese laboratorio esterilizado donde se puede aislar la bacteria a ver cómo se comporta.
- Resulta que algunos, muchos, casi todos… los datos de esas primeras páginas de la novela están sin contrastar. Todo son rumores. Habladurías.
—¿No puedo, entonces, usarlos?
—Pues no
—¿Y qué hago?
—¿A quién preguntarías si esto fuera real?
Empezamos a pensar en quiénes pueden ser fuentes fiables.
Y luego, a escribir. A redactar en «Modo neutralidad = ON», «Modo Sencillez = ON», «Modo brevedad = ON», «Modo claridad = ON», «Modo concisión = ON», «Modo estilo literario para lucirme = OFF». Es decir, estilo periodístico seco, descarnado, que va al esqueleto de los hechos, que diría Martínez Albertos.
“La información (noticia) es el género literario más escueto, descarnado, fuertemente ceñido al puro esqueleto del hecho o acontecimiento que se quiere transmitir. (…) Es el género periodístico más rigurosamente objetivo en su propósito teórico y desde el punto de vista formal”.
José Luis Martínez Albertos
“Son informativos los textos que transmiten datos y hechos concretos de interés para el público, ya sean nuevos o conocidos de antemano. La información no permite opiniones personales, ni mucho menos juicios de valor”.
Álex Grijelmo
No es fácil. Y menos aún cuando también hay que enfrentarse a un estilo narrativo con ese toque de época que le imprime Torrente Ballester y traerlo al castellano actual. Y encima periodístico. Y a mayores informativo.
Los resultados obtenidos en esta experiencia concreta del proyecto de innovación docente (y de otra, pero otro día lo cuento) los presentamos María Monjas y yo en la primera edición del CIDICO (Congreso Internacional de Innovación Docente e Investigación en Educación Superior).
Y, por si os interesan, están publicados en un libro recopilatorio, editado por Dykinson, en un volumen que se titula INNOVACIÓN DOCENTE E INVESTIGACIÓN EN EDUCACIÓN Y CIENCIAS SOCIALES. Si manejáis redes académicas podréis acceder al texto completo en Academia (página 975).